SPA PSICOAYUDA

Queremos las cosas ya, queremos los cambios ya, y aunque sabemos que la mayoría de ocasiones eso no puede ocurrir, eso no significa que actuemos como si realmente fuera así. 


Esta sensación de prisa nos atrapa.

Nos hace creer que ser más productivos nos va a llevar a aliviar ese malestar, que nos ayuda para lidiar con él. Cuando lo que verdaderamente estamos haciendo es ir corriendo por la vida para huir de asuntos pendientes, de preocupaciones, a veces por algo en particular, y otras por la sola sensación de estar preocupado sin ninguna razón que la active.

Otras muchas podemos estar huyendo de nosotros, de sentir que si paro me desborde enfrentarme a mí mismo. 

Ahí es cuando el trabajo es un refugio, los hijos son un refugio, cuidar un familiar es un refugio, ….

No son malos refugios,

Incluso son buenos sostenedores para funcionar en la vida, le pueden dar un buen sentido a tu vida. Pero si te vuelcas en exceso, si el resto de facetas de tu vida dejan de estar en equilibrio, entonces no es un buen refugio, es  tu vía de huida, de escapar, o de evitar. 


Es ahí cuando el malestar puede aparecer, se puede hacer ver. Pero de forma automática nos centramos y volcamos en nuestro refugio, y seguimos funcionando. La calidad de vida puede ir deteriorándose, al principio es tan sutil que ni me doy cuenta, es más, creo que lo que estoy haciendo bien, que metiéndome en mi refugio me va a reparar, me va a sanar en mi interior.

 Y así pueden pasar semanas, meses incluso años, a veces muchos años. 


Imagina si llevo así años, lo difícil que puede ser ver esa forma de funcionar, una forma de funcionar  que nace desde la mejor de las intenciones: ENCONTRARME BIEN.


A veces una persona se puede dar cuenta de que algo no va bien, que el malestar aparece sin ningún motivo. Y lo peor es que está empezando a estar de forma constante. Unas veces es mas molesto y soy más consciente, otras está en un plano secundario y me deja más o menos funcionar.

El malestar se convierte entonces en una constante en tu vida con sus diferentes niveles de intensidad.

Así es como va adentrándose, y poco a poco va modulando tu vida, y porqué no decirlo: modelando tu vida. 

Dejas de cuidar las distintas facetas de tu vida como te gustaría y se ponen a merced de aliviar el malestar. 

La culpa por dedicarte tiempo a ti, porque primero es el cuidado de los hijos pasa a ser una maxima que no hace más que maltearte mentalmente. 

Echar más horas de trabajo, o tratar de estar siempre al 100% se convierte en tu modus operandi, dejándote exhausta para dedicar y cuidar el resto de cosas de tu vida. 

Esto empieza a dar sus frutos y empiezas a tener una mala calidad del sueño, despertares por la noche y no me puedo volver a dormir, me cuesta conciliar el sueño, o quiero irme a dormir lo antes posible para así no pensar.

 La mente parece una centrifugadora con un montón de pensamientos preocupadores que se suceden por mi mente de forma continua. 

La exigencia se convierte en la maxima de mi mente: “hagas lo que hagas, siempre puedes hacerlo mejor”.

Y así empiezo a cuestionarme en el cuidado que hago hacia las personas de mi entorno, me criticó por mi forma de hacer y de decir cuando estoy con mi gente. Me convierto en una especie de lupa acusadora que busca de forma incesante donde puedo estar cometiendo errores, porque doy por sentado que los estoy cometiendo. 

La sensación de urgencia, de hacer las cosas ya, de tener que terminar las cosas lo antes posible, o de empezar varios asuntos a la vez y no dejar el tiempo que sea necesario para cerrarlo, se instaura en mi mente. Eso se traduce en que parezca que siempre tengo cosas que hacer, con la sensación de estrés que eso acarrea. 

¿Y cuáles son las consecuencias de todo esto? 


Dejas de dedicar tiempo a lo que verdaderamente te importa, pierdes el rumbo de la dirección en la que quieres ir andando en tu vida. Miras al horizonte y ver borroso. No logras ver claro lo que quieres, como seguir el camino, y eso te puede paralizar. Entonces no haces nada. Bueno si haces, sigues intentando “sobrevivir” a ese malestar , dando palos de ciego, tratando de que se vaya lo antes posible, pero sin prestar atención a donde quieres ir, en qué dirección echar a andar. También hay veces que te puedes paralizar , que no haces nada, porque sientes miedo. Miedo a que haya algún cambio y sientas aún más preocupación, más malestar. Llegas a la conclusión que mejor que no se mueva ficha, y así no hay más cambios. Cambios que creo no voy a poder afrontar. Te aíslas de tu entorno, no le cuentas lo que te pasa porque no te van a entender, piensas que lo que te pasa , solo te ocurre a ti, me siento egoísta porque me centro en mí cuando pienso que no me están tratando como me gustaría, y creo que es algo detestable. No se lo cuento a nadie, pero sí que me aleja o deteriora mi relación con los de mi alrededor. 


Si esto te suena, no estás sola, es algo muy común, tiene formas diversas de solucionarlo y por ende encontrarte mejor. 
De ahí nace crear este espacio, el SPA PSICOAYUDA.

 Un espacio donde calmar la mente, donde ayudar a tu mente a bajar el ritmo. Una mente más slow en un mundo que va demasiado rápido. A través de talleres y cursos de forma individual o grupal podrás conocer cómo funcionar de forma más aquietada, a tratarte de una manera más amable, y sobretodo a funcionar acorde a cómo tú quieres hacerlo. 

Puedes adquirir los cursos en nuestra Tienda

Aquí te dejo el listado de cursos y talleres que disponemos con toda la información detallada:

TALLER: LA AUTOEXIGENCIA: CÓMO TRANSFORMARLA DE ENEMIGA A ALIADA

CURSO RENÚEVATE